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29 noviembre, 2018El 90 por ciento del trabajo docente tiene que ser por profesores permanentes de la universidad
Entrevista con el embajador de Portugal ante la Unesco, académico y rector honorario de la Universidad de Lisboa.
Hace 32 años que António Sampaio da Nóvoa solo trabaja en el ámbito académico. Esa experiencia le hace decir sin dudar que “el profesor universitario no es la persona que imparte cursos y que va a dar una hora en el aula” o cuestionar el modelo de profesor por asignatura y la contratación de docentes sin doctorado.
A sus 63 años de edad es embajador de Portugal ante la Unesco. Tiene un doctorado en Ciencias de la Educación y otro en Historia Moderna y Contemporánea. Ha enseñado en Ginebra, París, Wisconsin, Oxford, Nueva York y Brasilia. Hasta fue candidato a la Presidencia de su país. Además, fue rector durante siete años (y lo sigue siendo honorario) de la Universidad de Lisboa, la misma donde trabajó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1949, António Egas Moniz. Esa academia está considerada entre las 200 mejores en el Ranking Académico de las Universidades del Mundo 2018 elaborado por el Centro para las Universidades de Primera Categoría de la Universidad Jiao Tong de Shanghái.
Recientemente Sampaio da Nóvoa estuvo en la República Dominicana, invitado por el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña. En una conversación que tuvo con Diario Libre planteó reflexiones sobre el sistema educativo superior, entre estas quiénes de verdad -a su juicio- son profesores universitarios.
—Una buena parte del profesorado en la República Dominicana no está nombrado a tiempo completo sino que va unas cuantas horas a dar clases. ¿Cómo ve este modelo laboral del docente?
Eso es una situación que no existe en ninguna otra parte del mundo, que lo sepa yo, porque en cualquier otra parte del mundo el profesor universitario es un profesor permanente de las instituciones y eso es lo que debe ser, porque se espera de un profesor universitario lo que es típico de un profesor universitario: que pueda hacer enseñanza e investigación y que su enseñanza esté conectada con su investigación, entonces si no está permanentemente en la universidad esto es totalmente imposible. En Portugal, en la Universidad de Lisboa, hemos definido un porcentaje, más o menos el 10 por ciento del tiempo docente podría ser acordado con personas en esa situación, porque esto también es importante para la universidad, poder hacer conexión con el mundo del trabajo, con gente que está en las empresas, que está en instituciones de cultura, tener ese tipo de vínculo, lo que nosotros llamamos profesores invitados, eso puede ser importante para una universidad pero el porcentaje es muy pequeño. El 90 por ciento del trabajo docente tiene que ser hecho por profesores permanentes de la universidad.
Nosotros no aceptaríamos que la profesión médica pueda ser hecha por personas que no son permanentemente médicos, ser médico es una profesión permanente, y quien habla de los médicos habla de ingenieros y de otras profesiones, abogados. ¿Por qué aceptaríamos, en el caso, que la profesión universitaria fuera una profesión hecha mayoritariamente por gente de los más diversos lugares que no tienen un vínculo permanente con la universidad?
—Dice que el 90 por ciento debe ser profesores permanentes, pero en Dominicana es lo contrario. Las universidades alegarán que es por asuntos de presupuesto. El hecho de que un docente no se dedique solo a la academia, ¿qué efectos tendría en los estudiantes y los resultados?
Es que la identidad de un profesor universitario se hace en su relación con la investigación. El profesor universitario no es la persona que imparte cursos y que va a dar una hora en el aula, eso no es un profesor universitario, el profesor universitario es alguien que hace su investigación, que tiene su investigación, que publica su investigación, que participa en sus proyectos de investigación y al mismo tiempo, paralelo a eso, imparte sus cursos, va a su aula, y es esta relación entre la producción de conocimiento y la pedagogía, el hecho de dar sus clases, lo que hace la profesión académica. Entonces, si uno no tiene esta dupla dimensión, no es profesor universitario, es otra cosa cualquiera que podemos llamar como queramos, pero profesor universitario no es.
La segunda es que hay un equívoco enorme en la idea de la enseñanza en la universidad y la enseñanza en la universidad no es dar una clase de una hora, eso no es enseñanza universitaria, eso es otra cosa cualquiera. La enseñanza universitaria es trabajar con los alumnos a lo largo de los días, es tener una relación pedagógica con sus alumnos, es decir qué es lo que deben estudiar, cómo deben ir a la biblioteca, qué es lo que deben hacer.
—Lo que está diciendo ocurre en la República Dominicana. ¿Quizás es por eso que el país no está en los rankings de las mejores universidades?
No conozco la situación de vuestro país, entonces estoy hablando en general. Pero lo que es importante decir es que la idea de una profesión universitaria, como sea una profesión de maestro en la primaria, como sea la profesión de un médico en un hospital, como sea la profesión de un ingeniero en su compañía, es una dedicación permanente.
—¿En qué etapa una persona debe decidir dejar su trabajo regular y dedicarse solo a enseñar en la universidad?
Eso es muy difícil de decirlo porque cada uno tiene su propia historia de vida. Las universidades han inventado una cosa, y la cosa que han inventado hace muchos siglos es una cosa que se llama el doctorado y el doctorado debe de ser el primer paso de entrada en la profesión académica. El doctorado históricamente a lo largo de los siglos ha servido para decir: uno que tiene doctorado ahora sí puede se profesor universitario, y entonces, en el momento del doctorado, cuando uno termina el doctorado, debería ser ese momento. Si uno lo va a terminar a los 25 años o a los 40 o a los 50, eso depende de nuestras vidas personales.
—Además del trabajo docente parcial, en la República Dominicana el salario promedio de un profesor universitario que no sea a tiempo completo es bajo, especialmente en el sector privado, y eso desmotiva a gente capacitada a dedicarse a dar clases.
Eso no es una universidad, pido disculpas, pero eso es otra cosa cualquiera, eso es una escuela de dar clases, es un centro de formación, es un ciclo de conferencias, es lo que sea, pero ¿llamar eso universidad?
—Y también, ya que menciona el doctorado, es muy reducido el número de profesores universitarios que tienen uno, son menos del cinco por ciento. La gran mayoría tiene nivel de maestría y las ofertas locales de doctorados son limitadas. ¿Qué le parece esto?
Me parece muy complicado. Por ejemplo, en mi universidad, la Universidad de Lisboa, estamos hablando de un país de la misma dimensión de la República Dominicana, no estamos hablando de una cosa muy diferente, en mi país la contabilidad es muy simple. ¿Cuántos doctorados hay en profesores universitarios? El 100 por ciento.
—¿Y si no tienen doctorado pueden dar clases?
Pueden dar clases muy provisionalmente durante algunos meses, pero en principio no, en principio se puede dar clase sin tener el doctorado con la excepción del 10 por ciento de los profesores invitados pero, como le decía, no los consideramos profesores universitarios.
—¿En Portugal también pasa que los estudiantes aparentan menos interesados en aprender, en investigar, copian las informaciones de la internet y acaparar su atención es complicado por el uso del celular?
Eso pasa en todos lados del mundo.
—¿Y cómo se puede enfrentar?
Es muy simple, no hay ninguna dificultad en eso. Hay un autor francés que tiene un librito muy pequeñito que se llama Pulgarcita —la generación que piensa con el pulgar—, se llama Michel Serres, y él ha dicho que ha habido solamente en la historia de la humanidad tres revoluciones. La primera ha sido la escrita, donde la humanidad aprendió a escribir, hace 5,000 años. La segunda la revolución del libro, hace 500 años, y la tercera es hoy. Y en cada una de esas tres revoluciones se ha cambiado totalmente la manera de usar el cerebro, la manera de conectar con el conocimiento, la manera de aprender. Entonces la manera de aprender hoy de las nuevas generaciones no tiene nada que ver con la manera como yo he aprendido hace 30 años. Y si uno insiste en continuar haciendo los mismos tipos de clases, los mismos cursos, de la misma manera, por supuesto que estas generaciones no tendrán ningún interés, van a estar totalmente desconectadas, y eso es lo que pasa en nuestras clases: no hay interés, están distraídos, no tienen atención, están trabajando con los celulares. ¿Qué es lo que hay que hacer? Cambiar totalmente. ¿Y qué es cambiar totalmente? Es decir: la educación en la universidad no es dar clases, la educación en la universidad es poner a las personas en situación de estudio, es dar problemas a las personas para que la gente los resuelva.
Las nuevas generaciones son generaciones muy interesadas por el conocimiento. Si uno les da problemas sobre el cambio climático o sobre los problemas de las migraciones o sobre las cuestiones de las desigualdades sociales o sobre el problema del espacio, se sienten muy atraídos por eso. Y esos estudiantes, si uno los pone en la silla, escuchando gente hablar durante una hora, no vamos a tener la atención ni durante un minuto.
—¿Esto influye también en que no desarrollen el espíritu investigador, que se les ponga a escribir algo y vayan a la internet y lo presenten solo para que se les puntúe?
El problema es siempre el mismo: los estudiantes, como toda la gente, han aprendido a corromper el sistema. Entonces se nos dice que tenemos que hacer trabajos que no tienen ningún interés para nosotros y que tenemos que hacerlos apenas por una formalidad académica; lo vamos a hacer de la manera más simple posible, y si la manera más simple posible es el plagio o es buscar en internet, lo hacemos y no nos interesa, entonces hay una especie de sobrevivencia de los estudiantes a reglas académica y a prácticas de trabajo que no tienen ningún sentido para ellos. Hay dos cosas que están dentro: primero motivación, segundo atención. Sin motivación y sin atención no hay aprendizaje.
—¿Si el profesor es bueno los estudiantes serán buenos y si es malo serán malos?
Uno no lo puede decir de una manera tan directa, pero sí que hay una relación muy fuerte entre una cosa y otra. Es claro que si uno no tiene buenos profesores no hay posibilidad de tener buenos estudiantes.
—¿Está de acuerdo con los exámenes?
De una manera general las grandes universidades no tienen exámenes, tienen una validación muy fuerte, la evaluación es muy importante, pero es una evaluación hecha a partir de la escritura de documentos, de la discusión de los documentos, la defensa de los documentos no a partir de exámenes tradicionales, porque nosotros sabemos que los exámenes tradicionales no miden mucha cosa, entonces la evaluación más común en las grandes universidades no es a través de exámenes.
—Estudiar una carrera universitaria es costoso, hay algunos teóricos que hasta las cuestionan. ¿Cómo ve a futuro las matriculaciones?
La universidad es cara y el conocimiento universitario es caro, por supuesto que sí, pero no tener conocimiento universitario para un país sale mucho más caro, saldrá mucho más caro en términos de su atraso económico, de su atraso social y todo eso. Entonces si uno no comprende eso, no comprende nada de lo que está organizando la sociedad del siglo XXI.
La otra pregunta que pone es quién debe pagar los estudios universitarios. Y hay tres teorías sobre eso. La primera teoría es que deben ser los contribuyentes. Una segunda teoría es la teoría de que son los estudiantes. Y hay una tercera teoría, la teoría de los préstamos bancarios, que es la idea de que quienes deben pagar son la gente que después de estudiar deben dar dinero a la universidad a través de préstamos bancarios para poder financiar la educación de la generación siguiente. Personalmente soy favorable a un modelo en que la universidad sea vista como un bien público y luego que haya una gran base de gratuidad, pero no tengo nada en contra de que haya alguna participación individual de los estudiantes. Lo que pasa en Portugal en estos días es un sistema que no es malo desde mi punto de vista, la financiación es mayoritariamente pública pero cada estudiante paga 800 euros por año, 80 euros por mes, de mensualidad para contribuir con sus estudios, es un sistema híbrido, mixto, entre la primera y la segunda posibilidad, y creo que es un sistema que permite una mayor democratización de la enseñanza.
—¿O sea que en ese esquema que apoya las universidades privadas no existen?
No hay casi universidades privadas en Portugal. El 95 por ciento de los estudiantes está en universidades públicas, entonces las universidades privadas son universidades que tienen un porcentaje relativamente pequeño. Y por eso la contribución de las personas a título individual ha permitido la expansión del sistema público y la financiación del sistema público.
—¿Y cómo se puede adaptar a países como el nuestro en el que tenemos una universidad pública y el resto es privada, algunas muy costosas?
La región del mundo donde la privatización de la educación superior ha sido más amplia es en América Latina y creo que eso es un problema porque de una manera general, con algunas buenas excepciones —típicamente las universidades católicas y algunas otras universidades—, las universidades privadas latinoamericanas no son buenas, y eso es un problema para el futuro de las naciones. Lo que se puede hacer, desde mi punto de vista, es simple, claro que es un muy complejo: aumentar el sistema público, aumentar la financiación del sistema público, permitir que las universidades públicas puedan crecer, puedan expandirse y luego, si las universidades públicas son mejores que las universidades privadas, los estudiantes las van a escoger.
En el 74, en el momento de nuestra revolución (en Portugal), éramos el último país en todos los rankings en todos los indicadores de educación, y hoy somos uno de los mejores países de Europa, al frente de España, de Francia, muchas veces de Alemania y todo eso.
—¿Qué hicieron para que eso cambiara?
Buenos profesores, 40 años invirtiendo en buenos profesores.
—¿Qué puede hacer un profesor universitario en la República Dominicana que trabaja en un sistema contrario a lo que usted fomenta, pero quiere seguir porque tiene vocación?
Hay muchas formas de motivarnos. Hay un escritor de Mozambique que se llama Mia Couto que decía: Nosotros en Mozambique somos muy optimistas porque somos tan pobres que no nos podemos dar el lujo de ser pesimistas. Y eso es lo que les diría. Si hay muchos problemas hay que intentar ser optimista (…) En el momento en que todas las instituciones del país están derrumbándose, los bancos en falencia, las empresas en falencia, el sistema político derrumbado, en el momento en que las instituciones de nuestro país están fallando no puede fallar la universidad, y la universidad tiene que estar ahí como un pilar de la sociedad.
Si quiere ser profesor universitario haga su doctorado, y una vez con su doctorado intente profesionalizarse como profesor universitario. No parece fácil, pero si fuera fácil no tendría nada interesante.
Fuente: Diario Libre